Editorial. La experiencia de Tokio 2020
Ciro Solano Hurtado
Presidente Comité Olímpico Colombiano
Después de los Juegos Olímpicos de Río 2016, en los cuales Colombia ganó ocho medallas, tres de oro, tres de plata y dos de bronce, el Comité Olímpico Colombiano reinició tareas enfocado en el siguiente ciclo olímpico, que nos llevaría a Tokio 2020.
Nuestro crecimiento nos permitía refrendar las conquistas del ciclo anterior, y así sucedió. Por segunda vez ganamos los Juegos Bolivarianos Santa Marta 2017; también los Juegos Suramericanos Cochabamba 2018, por delante de Brasil; fuimos terceros en los Juegos Centroamericanos y del Caribe Barranquilla 2018 y cerramos séptimos en los Juegos Panamericanos Lima 2019, resultado normal para nuestras posibilidades.
Después de Lima miramos con optimismo hacia Tokio 2020. Sabíamos que teníamos un muy fuerte grupo de atletas, de los cuales podrían salir varios medallistas. En ese análisis se perfilaron los nombres de los ciclistas Mariana Pajón y Carlos Ramírez; de los atletas Caterine Ibargüen, Anthony Zambrano ( subcampeón mundial de los 400 metros planos), Éider Arévalo y Sandra Lorena Arenas; de la judoca Yuri Alvear; de los boxeadores Yuberjen Martínez, Ingrid Valencia y Céiber Ávila; de los pesistas Luis Javier Mosquera, Mercedes Pérez, Leidy Solís, Santiago Rodallegas y Francisco Mosquera; de los tenistas Robert Farah y Juan Sebastián Cabal, además de los ciclistas de ruta, comandados por Rigoberto Urán.
Indiscutiblemente… era un grupo de lujo…
Llegó el fatídico 2020 con el COVID 19 a bordo, que atacó el mundo entero, envió a todos a confinamiento obligatorio y desbarató los planes, sin posibilidades de reestructuración, porque el desarrollo de la pandemia no permitía saber cuándo se vería la luz al otro lado del túnel y, menos, descubrir una solución que permitiera volver a la normalidad. Durante un largo periodo, nuestros atletas entrenaron en casa, es decir, dentro de unas enormes limitaciones, que redujeron las posibilidades de una buena preparación.
Paralelo a eso, Colombia vivió el escándalo del dopaje en el levantamiento de pesas, el deporte más ganador en los últimos Juegos Olímpicos, factor que estuvo a punto de eliminar a nuestro país de las justas de Tokio y redujo la nómina sólo a tres cupos, y no a los ocho que ya estaban clasificados.
Como consecuencia de la pandemia, los Juegos Olímpicos, por primera vez fueron aplazados un año.
En medio de la más grande incertidumbre comenzó el año 2021, con la esperanza de la efectividad de una vacuna exprés, es decir, apenas en periodo experimental, que permitiera volver a la normalidad. En efecto, Europa y Asia se empezaron a vacunar y sus atletas a regresar a las competencias, pero el proceso en Colombia se demoró tanto, que el tiempo fue muy corto para lograr clasificar a buena cantidad de atletas, y más corto aún, para preparar a los 71 que lograron sus cupos, cifra que se redujo a 68, por diversas razones. Finalmente, Colombia ganó cinco medallas, cuatro de plata y una de bronce, y once diplomas olímpicos, cifras inferiores a las registradas en los dos últimos Juegos, pero suficientes para confirmar el valor de nuestros atletas y dejar en claro que el desarrollo deportivo colombiano no se detiene, ni frente a grandes adversidades como las vividas en el final del ciclo olímpico anterior.
Estas reflexiones nos sirven para explicar lo ocurrido, pero no para justificarlo plenamente, porque la primera tarea que afrontaremos el Comité Olímpico Colombiano, el Ministerio del Deporte y las federaciones deportivas será un detallado análisis para trazar nuevos derroteros, con la absoluta convicción, que nuestro desarrollo deportivo sigue intacto, frente a los compromisos del nuevo ciclo olímpico, que tiene como primer certamen los I Juegos Panamericanos Junior Cali Valle 2021, en noviembre próximo, que nos servirá para medir el nuevo potencial de atletas, que reforzarían nuestro proceso de preparación para París 2024, en donde lucharemos por alcanzar un desempeño histórico. Ese es el compromiso.