Hace falta cabeza, corazón, piernas, inteligencia, paciencia y, por supuesto, mucho talento para hacer lo que ha hecho hoy Santiago Buitrago entre Menador y Lavarone. El colombiano de 22 años se está dando a conocer en este Giro de Italia por una resiliencia y un hambre de victoria fuera de lo común: en Cogne había llegado segundo por detrás de Giulio Ciccone y tras la meta había reventado al llanto que duró 15 minutos, porque lo único que hubiera aceptado era una victoria que en cambio no llegó. Como su DS Franco Pellizottiadmitió, incluso sus compañeros se burlaron un poco de él por esas lágrimas aparentemente exageradas, ya que un 2º en un escenario como el Corsa Rosa no es cosa de todos los días y su corta edad hacía que pronto tuviera otras oportunidades. Sin embargo, cuando tienes una mentalidad ganadora, una posición no puede aceptarse a la ligera.
Hoy se construyó una nueva oportunidad, atacando en el Passo del Tonale e insertándose en la escapada de 25 ciclistas que venía a jugar por un éxito parcial. Por un momento vio que esa oportunidad se le escapaba de nuevo entre los dedos, cuando cayó por la bajada de Giovo, perdiendo un tiempo considerable y teniendo que lidiar con varios rasguños y un traje rasgado. Sin embargo, después de un momento de desánimo, el bogotano volvió a subirse a su bicicleta y alcanzó a los primeros ciclistas. En el Passo del Vetriolo mantuvo un perfil bajo, siguió las aceleraciones de Hugh Carthy (EF Education-EasyPost) y Jan Hirt (Intermarché-Wanty-Gobert) sin exagerar y sin preocuparse demasiado por el astilla salvaje habitual Mathieu Van der Poel (Alpecín-Fénix) yGijs Leemreize (Jumbo-Visma) que, arriba, lo había intentado todo atacando en la bajada.
